Nuestro viaje empezó en Chepu, una localidad a 40 Km de Ancud, en el norte de la Isla grande de Chiloé. Esta localidad se caracteriza por albergar pescadores que fueron un pilar fundamental para realizar este viaje, conversamos con Don Carlos, el presidente del Sindicato de pescadores de Chepu para que nos cruzara al otro lado del río y así comenzar nuestra travesía hacia Ahuenco.
Luego de cruzar el río, un letrero indica que estamos en uno de los tramos del proyecto “Sendero de Chile”, donde ya puede verse que necesita arreglos.
El último tiempo había estado bastante lluvioso, un invierno de verdad, por lo que la primera parte del sendero que transcurre por el bosque estaba bien inundaba, hubo que ingeniárselas para poder esquivar el barro, lo que fue casi imposible.
Bosque, playa y arbustos para entrar al Parque Ahuenco.
Después de una primera parte por el bosque comienza la playa de Guabil la que aloja un naufragio en la orilla. La cruzamos para subir hasta un plano con arbustos, atravesamos varias secciones de barro y luego un sendero angosto hasta el inicio del Parque Privado Ahuenco.
Pasamos la última playa y llegamos al atardecer a nuestro refugio en Ahuenco, prendimos el fuego y cocinamos, el viento estaba fuerte y para el día siguiente se pronosticaban lluvias.
Dia de lluvia: Paseos cortos, logística y reconocer la ruta
Al otro día nos tomamos con calma la mañana y después de un buen desayuno partimos a caminar a los alrededores y así poder reconocer la ruta planificada para el día domingo.
Finalmente fuimos hasta el final de la playa Toigoy y volvimos al atardecer: el día transcurrió muy cambiante todo el día, si bien estuvo lloviendo y con viento gran parte del día, tuvimos momentos de calma que fueron muy agradecidos.
El domingo partimos temprano preparados para pasar el día entero caminando hasta la desembocadura del Río Pescado. Ya habíamos reconocido parte de la ruta y hecho las averiguaciones para tener algunas referencias en el camino.
Mientras cruzábamos playas, era necesario ingeniárselas para vadear los ríos y motivarse y sacarse los zapatos para cruzarlos, todo esto intensificado por la luna llena y su atracción gravitatoria que hizo que esos días tuviéramos altas mareas.
De Toigoy a Lar, subida al alto y entrada al Parque Nacional
Después de Toigoy subimos a un alto que nos permitió tener una panorámica fascinante, pudimos ver la siguiente playa: Lar y el camino que nos quedaba, el tiempo siguió acompañando siendo fiel al pronóstico que habíamos visto y por lo que habíamos dejado el domingo para lo más largo.
Cruzamos Toigoy sin antes tener que buscar por donde pasar: Las Quilas estaban crecidas y hubo que ingeniárselas para continuar hasta el rio Lar, cruzarlo y seguir hasta la entrada de la zona norte del Parque Nacional Chiloé.
Autentico bosque chilote: dentro del Parque Nacional
La última parte dentro del Parque Nacional, pese a los comentarios que tenía y la realidad de Conaf en algunas áreas protegidas, se encontraba en muy buenas condiciones: el bosque era increíble, con lindos ejemplares de especies arbóreas típicas del bosque chilote como el Melí, el canelo y el olivillo.
Entre subidas y bajadas, maravillosas vistas de bosque y miradores al mar, llegamos al Río Pescado, un momento de sol que nos regalo el tiempo para comer algo y volver de vuelta sanos y salvos a nuestro refugio.